Quietud

La salud se relaciona con el regreso a la libertad de intercambio entre la fisiología del cuerpo y la quietud

Dr. Rollin Becker

Pensando al invierno, la primeras imágenes que siempre me vienen a la mente son de silencio y quietud, normalmente en un contesto espacioso de naturaleza. Puede ser la contemplación de un valle desde la cima de una montaña, un campo cubierto de nieve, una larga playa desierta, un bosque bajo una lluvia fina. Las sensaciones físicas que me proporcionan estas miradas son generalmente muy agradables, se acompañan a una general desaceleración y ablandamiento, mientras que el cuerpo vuelve a centrarse en su propio ritmo y la mente se sintoniza conscientemente sobre frecuencias más lentas y profundas.

Si pensamos al medioambiente como a un único organismo vivo y consciente, quizás le encontremos analogías con los ritmos que a veces también atraviesan nuestro cuerpo y nos resuenen condiciones físicas y estados de ánimo que posiblemente de vez en cuando experimentemos. Muy típica de la estación invernal, por ejemplo, es cierto tipo de actividad silente que permite a la naturaleza de reorganizarse desde sus propias raíces para luego volver a brotar en primavera con renovada fuerza y energía.

La apreciación de esta quietud se ve en todas las grandes tradiciones espirituales. Por lo general, la primera etapa de la práctica contemplativa es caer bajo el movimiento condicionado de la mente y entrar en este espacio. A medida que este proceso se profundiza, quien práctica descubre que la quietud es una tierra ubicua de emergencia, un recurso para toda la vida y una puerta de entrada a sus misterios más profundos, algo que transciende la mente conceptual y su estado condicionado, para llegar a las raíces de nuestra condición humana.

Más allá, en el ámbito terapéutico, métodos como la biodinámica craneosacral exploran la relación entre nuestras funciones fisiológicas y esta condición, que podemos definir de profunda quietud dinámica, que se encuentra debajo de todas las expresiones de vida y movimiento.

Significativamente, la práctica clínica parece enseñar como la curación se lleva a cabo en su nivel más profundo cuando somos capaces de volver a conectar con este nivel básico de nuestro ser, con esa área de realidad desapercibida en nuestra naturaleza más recóndita que está detrás y antes todo lo que hacemos.

Feliz solsticio de invierno.

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